viernes, 12 de diciembre de 2008

En la ajenidad de la vida, en el transcurso del reloj de arena interno de nuestro ser, la vida no deja de sorprender.
Los instantes en calidad de "presente" impiden percibir las huellas por concentrarnos en ese mismo instante.
Por dejarlo todo ahí sin pensar en la trascendencia, olvidando hacer más intenso el instante para que la huella impida que algunos se vayan.
Pero no importa lo que quedó ni lo tanto más que se pudo haber dado. En estos tiempos la validez de todos nosotros es la autenticidad con la que practicamos las situaciones realmente importantes.
Que no den cabida a meditaciones previas ni querer aferrar cosas o personas para nuestro bien presente y futuro.
En las memorias quedan plasmados los momentos donde la espontaneidad reinó, no existen antifaces ni hechos predeterminados.
No existe material ni esencia que pretenda robarse, somos nada en medio de un mundo que no es de nadie.
O todo cuando la conciencia no tiene con quien pelearse.
Menos que ayer y más que mañana.. La dispersidad de un mundo está por retomar su lugar correcto con nombre y apellido.
Giros.
Viva la vida, vivan las mil y un caidas!

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